El día de hoy, como un gesto simbólico de apoyo a los civiles, a
los artistas, a los exilios, a las lágrimas, a las banquetas
húmedas, a los corazones, la sangre, las manos crispadas y el sudor
en Líbano, libero bajo Licencia Creative Commons mi pieza:
El significado de esta pieza toca también a los que sufren y
abandonan en el lado Israelí, pero sucede que esta música se
conectó sola con Beirut cuando fue compuesta hace algunos meses,
como si tuviera la vida propia de un adivino. Espero sirva.
Hace menos de una semana, comentaba con una académica súmamente inteligente de la Escuela Nacional de Música que además es una buena amiga, sobre la adaptación de las licencias Creative Commons al contexto mexicano, y sobre la importancia de este acontecimiento.
En mi postura evangélica con respecto a las licencias, me encontré con un obstáculo inminente:
- "Bueno pero pues cualquiera puede bajar música y contenidos de Internet y hacer lo que se le pegue la gana con ellos, hasta venderlos fuera del metro... ¿para qué las licencias?"
Aborrezco el asunto de "todos los derechos reservados" porque reutilizo mi cultura para hacer música para cine mudo, porque hago código para computadoras desde los ochenta, y soy amante de los temas con variaciones en la música y el arte. La cultura es un proceso. Todo esto me ha enseñado que copiar, replicar, reusar, imitar y compartir es el sustento del arte, de la ciencia y mejor que eso: de la vida.
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