Mauricio Ramos en la Sala Ponce

El día de hoy, la temporada programada por la Sociedad de Concertistas Manuel M. Ponce trajo a mi querido amigo Mauricio Ramos al escenario de la sala Ponce en el Palacio de Bellas Artes. El programa fue absolutamente atípico en la dieta del recinto, al incluír una cuarteta disímbola y equilibrada de compositores: Alban Berg, Helmut Lachenmann, Chopin y Schumann; dos del siglo veinte, dos del diecinueve.

El concierto comenzó con suma puntualidad, y el Steinwey & Sons sonó como siempre, delicioso. Mauricio dio un espléndido concierto. Yo no pude sino escuchar la segunda mitad del recital: Chopin y Schumann (que por cierto fueron obras tonales que hacía muchos AÑOS no le escuchaba a Mauricio en piano solo).

Debo confesar que de ambas obras fue Schumann, el ciclo de Davidbündlertänze op. 6 lo que más me gustó, y en particular tres números, el Einfach, Sehr rasch y Zart und Sigend de los que más me conmovieron.

Mauricio siempre hace muy bien Lachenmann, así que no me queda duda que esta ocasión no fue la excepción, y así lo corroboré con algunos amigos presentes.

El touché de Mauricio es muy ligero para arpegios y escalas, lo que a menudo logra timbres súper cristalinos. Sus acordes , en cambio son más bien profundos.

Según escuché comentar a María Teresa Castrillón, quien forma parte del comité que programa en la sala, el recital de Mauricio fue elegido no sólo por su importante trayectoria como pianista, pero también por el tan atípico programa en los circuitos de pianistas mexicanos.

No cabe duda que él está abriendo una brecha, aunque sea tarde, para la educación de formas europeas de concierto en el país; sobre todo a través de sus cursos y enseñanzas a jóvenes pianistas mexicanos.

¡Bravo otra vez amigo!

"¡Tan jóven y tan talentoso!", se le oyó decir a una anciana con olor a lavanda, que más tarde, según me contaron, aseguró que las dos últimas obras "sí eran música".

Temas: